jueves, 1 de enero de 2009

"Quiero recuperar mi vida"

La frase robada del día es: "Quiero recuperar mi vida", cortesía de V.

Yo también quiero.


Quiero recuperar una estantería, y una nevera que poder tener vacía con total impunidad. Quiero que mi gata (la de verdad, no la de porcelana rota) pueda echar a correr pasillo arriba sin que se convierta en un momento de máxima tensión. Estaría bien tener un armario un poco más grande para colgar la ropa que nunca me pongo, o más pequeño para decidir que ya es hora de donar unas cuantas prendas, da igual el tamaño mientras sea mío. Las diez de la noche es una hora perfectamente razonable para salir de casa cualquier día, y no volver a dormir es algo que debería poder decidir sobre la marcha. El teléfono tiene que tener total libertad para sonar despues de las once, lo contrario no es natural ni sano. Las horas y lugares de comer los tiene que decidir el estómago y no el reloj.


Trabajar cuarenta horas a la semana debería dar derecho a una persona a tener su propia vida... y aún así me siento agradecida.



Repite conmigo, nena: todo esto es temporal.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Desde la última vez que nos vimos

Me despidieron, recurrí, todavía hay un juicio pendiente. Es una larga historia. Todavía tengo pesadillas de agorafobia y togas negras.

Encontré otro trabajo, lo dejé hace poco. Un trabajo es un trabajo, y a mí me hacía falta, pero si necesitas llorar casi todas las noches en la boca del metro antes de ir a casa, es porque ese trabajo no es para tí. Aún así me faltó valor para dejarlo. Preferí llorar antes que dejarle a deber nada al banco. Elegí llorar porque creía que no tenía otra alternativa. Tuvo que ponerse todo del revés para encontrar el momento de buscar otra cosa y cambiar. Ahora estoy mejor, gracias, aunque no puedo doblar bien el dedo gordo del pie (es otra larga historia).

También dejé mi casa. Todavía no sé si fue una decisión cobarde o valiente, para mejor o para peor. Dejé esas siete paredes vacías, tan mías y tan ajenas. Empaqué mis cosas, mis muchas cosas, mis miles de millones de cosas, trastos que durante dos años han ido emparejandose y reproduciéndose por los rincones, y llegado el momento de marchar aparecían como por encanto y me abofeteaban con su inutilidad. Fue una mudanza dificil y rara, y triste.

Ahora vivo de prestado. Intento encontrar otra casa. Quiero mantener este trabajo. Y ponerme al día con lo que de verdad me importa.



Desde la última vez que nos vimos me he hecho pedazos, me ha dado igual, me he vuelto a levantar y me estoy haciendo de nuevo. Pero no te importa porque ni siquiera has preguntado cómo me ha ido.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Ya tengo blog

Ya tengo un blog.


Empecé despreciando, vilipendiando, despreciando los blogs, a sus creadores y a sus seguidores.

Luego, (eso sí, luego) me molesté en conocerlos. Y aprendí a distinguirlos, seleccionarlos y disfrutarlos.

El paso natural fue crear uno después, y esta noche ha tocado.

Hace ya tiempo V. me animó a hacer uno, y mis reservas de entonces son las mismas que ahora. ¿Que tengo que decir? ¿Que tengo que ofrecer? ¿Quien me va a querer leer?

Y ahora (ahora, claro) estoy pensando que lo que importa no es quien me quiera leer, si no que yo quiera escribir. Este blog es para mí, una ventana pequeñita de mis pensamientos al mundo. Disponible para quien quiera pasarse y leer, anónima siempre. No habrá muchas fotos, porque no sé hacerlas, no habrá un inmenso perfil lleno de intereses (aunque intentaré rellenarlo un poco, puede ser un buen deporte mental, saber lo que me interesa y lo que no). No habrá enlaces a este blog desde mis perfiles en los foros. No me interesa que nadie sepa que soy yo. Solo me interesa saber que yo estoy aquí, y comprobar que soy capaz de sacar lo que tengo dentro sin avergonzarme. Sin borrarlo al día siguiente, sin arrancar la hoja y tirarla a la papelera como hice con tantos y tantos diarios. Esto es diferente, un diario es privado pero lleva tu firma, un blog es público pero puede ser anónimo. Quizás eso sea lo que me haga seguirlo adelante.


Esto es una experiencia. ¿Yo, haciendo un blog? ¿Shooo...? ¿Enserio? De hecho, estoy mirando el cuadradito de "Etiquetas de esta entrada" y no sé ni que poner (y sí, sé para lo que sirven, no soy tan pardilla (esto es un tic que tengo, me sale de dentro de la cabeza la vocecilla de mi hermana mayor-y-mas-experimentada diciendo "¿pero sabes para lo que sirve? y respondo automáticamente lo anterior)). Bueno, pero ¿que pongo? ¿primer-blog? ¿? ...

Para hacer honor a la verdad (no voy a empezar mi blog mintiendo), ya empecé un blog una vez... Pero no pasé de crearlo y titularlo. Desapareció a los diez minutos. Y no fue por no tener nada que decir:

Fue hace dos años. Siempre fue hace dos años. No, puedo saber cuando fue exactamente, en enero-febrero de 2006, creo. Entonces sí tenia algo que contar, que compartir y que gritar al mundo. Estaba llena de energía, iba en el autobús o el tren y me sentía flotar medio metro por encima de los demás. Iba por la calle sonriendo a los transeúntes. Sentía unas irreparables ganas de hacer el bien, el mundo era un lugar mejor, la vida una broma amable y divertida, y yo la persona mas feliz del mundo. Estaba enamorada y tenia el mundo a mis pies, y una sola sonrisa mía podía hacer funcionar una ciudad entera. Creé un blog que se llamaba "Corrientes de energía". Me sentía audaz y libre, y la gente audaz y libre hace las cosas que le apetecen, porque tienen alma y inquietudes y ganas de hacer cosas. Sintiéndome aún más audaz y libre se lo conté distraídamente por encima del hombro, mientras él hacía la comida, porque la gente que hace cosas no tiene ningún problema en contárselo a los demás, sobre todo a los que más quieren. Entonces me dijo que no le parecía una buena idea, quizás empleó la palabra chorradas o algo similar. Mi nivel de levitación bajó unos diez centímetros y media ciudad se quedó sin fluido eléctrico mientras con el ratón buscaba la opción "eliminar".


Ahora, el título de este blog ha salido de las entrañas de un recuerdo, que dice así;

Las mariposas ignoran la muerte de los sastres,

la derrota del mar por los escaparates.

Tú, Luna, no me abandonas,

ya es muy tarde para cenar estrellas.


Una mezcla de Rafael Alberti y fusilamiento juvenil, un club de poesía llamado "La Abuela Tarda en Morir" del que un amanecer fui "miembra" honoraria. Un recuerdo extraño y recurrente.


Ya tengo mis tags.